«Si me inoculas veneno» Poema de Fermín Higuera traducido al francés por Nicolás Bersihand

del libro de poemas "Roto está el cordón de plata"

Si me inoculas veneno

 

 

En 2017 fue publicado mi libro Roto está el cordón de plata (Ediciones idea, el la colección Atlántica que dirigió Ernesto Suarez) con un prólogo de Nicolas Bersihand. El texto además de abarcar las tonalidades del libro aportaba un pie en otro idioma, una traducción al francés de un de sus poemas. Inmenso regalo, el prólogo y el poema traducido, lo transcribo como buenamente he sabido para este blog.

 

 

Si me inoculas veneno                                             Si tu m’inocules du venin,

pretendiendo darme un bien                                 Prétendant me faire quelque bien,

proporciona además su antídoto                           Délivre aussi son antidote.

 

Si me infringieras una herida                                        Si tu m’infliges une blessure

con la presunción                                                             En présumant

de que buscas lo mejor de mí mismo                           Chercher le meilleur de moi-même

aplica también                                                                   Apliques-y également

el cauterio que la sane                                                      Le caurère qui l’assainit.

 

Si vieras en mí                                                      Si tu vois en moi

un silo de hojas en blanco                                  un sicle de feuilles blanches

para escribir tus marcas                                     pour y inscrire tes marques

dame al menos una goma de borrar                donne-moi au moins une gomme

que prevenga la úlcera en la piel                      qui prévienne l’ulcère de la peau.

 

Lo que aspiramos a entregar                              Ce que nous aspirons à rendre

sólo se culmina                                                      Ne culmine que dans

en las claves que comprenden a los huérfanos/ les clefs qui comprennent l’orphelinat.

sólo alcanzamos el abrazo                                  Nous n’atteignons l’étreinte

por la oposición innominada de los cuerpos/  Que par l’opposition innomée des corps

no es la palabra                                                    Ce n’est pas la parole

la música es el lenguaje de las insobornables/    la musique est le langage des

incorruptibles)

sumas de la carne                                               Nous sommes de chair

Es por eso                                                              C’est pourquoi

mío amor                                                               Mon amour

que es necesario que entendamos nuestro deseo    nous devons comprendre notre désir

y que nos conviene esclarecer                           Et éclairer

si sólo queremos                                                   Si nous voulons

grabar nuestras uvas                                           seulement graver nos raisins

en la ilusión del tiempo de los hombres           Dans l’illusion du temps des hommes

con el buril y el escoplo                                        Avec le burin et la bédane

que es un impulso irrenunciable                       Qui est l’impulsion sans renoncement

de los ensimismamientos que nos vuelcan     Des égotismes qui nous renversent

o si además deseamos el abarcamiento           Ou si en plus nous désirons

de las simas brutales de la distancia               Ceindre la cime brutale de la distance

¿Acaso deseas amarme?                                                     Voudrais-tu m’aimer?

 

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PEDRO LASTRA Poesía completa

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Pedro Lastra

pareja heróica

Pedro lastra con su esposa Irene Mardones en Puerto Ideas, 2016

 

En el 2007, en El Encuentro Internacional de Poesía de la Universidad de Carabobo, Valencia (Venezuela), tuve la suerte de conocer al escritor Pedro Lastra (Quillota, Chile, 1932). El primer acercamiento no fue con él sino con su esposa Irene Mardones, con quien surgió una suerte de afinidad y simpatía mutua que nos ha venido alumbrando hasta hoy. Con Pedro las cosas fueron más lentas pero en aquel Festival coincidimos en la programación de recitales fuera de la ciudad de Valencia y en el de la clausura. Para mí fue todo un premio poder hallarme a su lado. El Festival estaba organizado en torno a tres grupos: un grupo de poetas extranjeros (entre los que yo me encontraba), otro grupo del país anfitrión (venezolanos con obras tan acabadas como la de Gustavo Pereira (1940, Venezuela) y el poeta homenajeado, la figura alrededor de cuyo magisterio giraba y se prestigiaba el propio festival. Por entonces, no sabía nada de Pedro, ni tan siquiera había oído hablar de él y pregunté a mis amigos venezolanos sobre el mismo. Ellos me respondieron que era un clásico viviente y que en los círculos más selecto se le consideraba un maestro de la poesía, de la altura de Rafael Cadenas y Octavio Paz, poetas, ambos, admiradísimos por mí. Aunque conocía algo de la literatura iberoamericana, en realidad, era un profano de su inmensidad oceánica. Esa carencia se ha ido subsanando algo gracias a Pedro Lastra (en lo que respecta a él y algunos asuntos chilenos y continentales de su interés) a lo largo de nuestros once años de amistad, en los que religiosamente nos hemos ido entregando nuestras publicaciones. Mas incomparablemente mayores para mí fueron sus regalos. El primero fue una antología bilingüe de sus poemas traducidos al griego actual traducido por Rigas Kappatos( publicado en Atenas 2001). No es casualidad que halla sido traducido al griego porque en su poesía los temas grecorromanos son recurrentes como lo demuestras sus poemas: Reflexiones de Aquiles, Teseo, Sísifo, Plinio revisitado, Eróstrato entre nosotros. En ellos se explicita el uso de los temas griegos y la asimilación del tono elegíaco y reflexivo de poetas helenísticos como Kavafis y Elytis, pero, implícitamente ese modo se extiende por toda su obra aunque sus temas no se limiten al griego, sino que como verdadero humanista, se interesa por todos los asuntos y las épocas de lo humano. En nuestro idioma, al menos hasta dónde yo conozco, no existen poetas helenísticos en su puridad, con en el caso de Sophia de Mello en el ámbito de las letras portuguesas. Pero si algunos de nuestros poetas puede ser considerado como helenístico quizás lo sea Pedro Lastra. El segundo y tercero de sus regalos fueron Balada de la memoria (2010, Editorial Pre-textos) y Al fin del día (1958/2013) poesía completa, edición y prólogo de Francisco José Cruz (Sevilla, 2013). El cuarto Nostalgia del silencio, libro de entrevistas que le hizo Marcelo Pellegrini y cuya edición estuvo al cuidado de Ernesto Pfeiffer (2014, Editorial Pfeiffer, Santiago de Chile)y por último Poesía completa cuya edición fue cuidada también por Ernesto Pfeiffer (Ediciones de La Universidad de Valparaíso, 2016). Aunque cuando leí junto a él en Puerto Cabello y en la clausura del Festival en Valencia sentí con claridad su altura ética y poética, literaria y humana, fue con la lectura de sus libros, que al principio tan sólo eran parciales y, después, hasta donde él los ha considerado poesía completa cuando me aseguré completamente. Todo este proceso me llevó a confirmar el descubrimiento, para mí enriquecedor, de una de las voces más originales y depuradas del idioma.

Festival de Poesía de Valencia, 2007

Pedro Lastra leyendo en Puerto Cabello ante la atenta mirada de Fermín Higuera

No fue baladí que para mí fuese desconocido entonces, durante El Festival de Carabobo, porque una de las característica de nuestro poeta es la de ser poeta de los poetas, de los ya iniciados en el arte del verso y el poema. Ese es el ámbito en donde siempre se ha movido, entre estudiosos y poetas. La discreción de su carácter aunque esconde una llama intensa y pasional, no es el mejor salvoconducto para expandirse. Así que yo me encontré en aquel Festival con un poeta cuyo tono nunca se rompía, que expresaba cuando leía una depuración aquilatada del oído poético. Como español, que prejuiciadamente, asociaba el modo iberoamericano con la exageración de las cadencias y la curva excesiva de las entonaciones de Neruda, me hallé frente a un poeta que transmitía sus versos sobriamente, como una planicie estable o la línea inalterable de un horizonte diáfano. Me di cuenta que esa proyección mantenida, ese pulso de la lectura, suponía un conocimiento profundísimo de la respiración y de todos los aspectos físicos: métrica, versificación, modelo espacial y corporal de poema, selección y discriminación del vocabulario. Y metafísicos: contención (contención verbal y de las imágenes), advertencia contra lo sentimental y la hipérbole, asimilación del principio clásico de la desafección y el distanciamiento, semántica en constante metamorfosis y, sobre todo, revisión y diálogo de él mismo con su otro yo, su prójimo, una especie de aspiración al conocimiento y el retrato del alma, de corporeización del sueño y las sombras inasibles de nuestro autor. Para mí uno de las maneras más efectivas de conocer a un poeta es oírlo leer. A este respecto siempre recuerdo las lecturas reveladoras de Octavio Paz, Gonzalo Rojas y Gamoneda en la residencia de estudiantes de Madrid. Octavio Paz, en mi opinión con su fea voz atiplada desempeñó un recital de poemas comparable a los mejores conciertos de instrumentistas o cantantes que antes había oído. Gonzalo Rojas me transmitió su fiereza vital, el valor incandescente de su hombría, su retórica libre de los prestigios del poder. Gamoneda, con su voz grave y quebrada, mantenida, lo mismo que la de Pedro, consiguió hacernos llegar el bajus firmus de la danza la muerte. Así que cuando oí a nuestro poeta en Venezuela me di cuenta de que detrás de su aparente sencillez había una gran poesía, resultado de una alquimia llena de preparaciones previas: higiene, limpieza y ordenamiento del taller, selección de los materiales adecuados para la transmutación. Me percaté de que su poesía era de la magnitud de los anteriormente citados y que podía estar tanto a la diestra como a la siniestra de los mejores.

Firmando en el libro de honor de Isla Negra

Pedro Lastra en Isla Negra, Julio del 2018

A mí me parece que el objetivo de su poesía es la revelación del alma. Pero no es un poeta del tipo de San Juan de la Cruz, que encuentra su incomparable perfección y sus millonarios hallazgos siguiendo una guía de encuentro con lo divino, sino que parte de su experiencia laica, que a su vez se fundamenta es dos pilares: lo amoroso y el conocimiento literario. No es que San Juan de la Cruz no escriba sobre su experiencia. Su pasión mística es la suya, pero una experiencia que si no niega el resto de lo vivido, al menos lo pormenoriza, lo hunde en el silencio en lugar de reivindicarlo como conjugaciones de su totalidad. En la breve producción poética es como si el santo tan sólo existiera en base a un anhelo que sólo alcanza momentáneamente, en el corto orgasmo del éxtasis. Sin embargo en Pedro Lastra el diálogo con su otro yo, el prójimo y sus múltiples desdoblamientos y conjugaciones son la causa primera de su existencia:

 

EL SEXTO SENTIDO

 

Este día

                       y el otro

                       en mí tienen su origen y también su destino

 

y, por el contrario, la incapacidad para vivir desde su persona la propia experiencia, la constatación de la muerte.

 

DIARIO DE VIAJE

 

No tengo nada que encontrar en la realidad,

                       un paisaje agotado por los viajeros

                       que me han precedido en el ejercicio de estas contemplaciones

 

En Pedro Lastra la totalidad de la vida, las facetas incontables de sus asuntos, son dignos de ser elevados a la experiencia del poema. En este sentido es una poesía reivindicativa de la totalidad de las experiencias y aconteceres, en la que todo, sístole y diástole, inspiración y expiración, es existencia.Si hiciéramos un computo de las palabras más usadas por nuestro autor en su obra poética creo, sin temor a equivocarme que la que más veces aparece es “sueño”. Aunque Pedro cuando se refiere a sueño no es solamente al sueño nocturno sino también al sueño diurno, el mismo en el que se sumerge en el acto de su escritura. Del sueño nocturno se nutre. De él saca avisos y guías que lo ayudarán a volcarse en el sueño diurno que quizás sea menos convencional y que bajo su influjo el poeta y el enamorado orientan sus esfuerzos. Estos sueños en el día que hacen posible sus poemas se hallan rodeados del ambiente onírico y los atributos de la noche: niebla, oscuridad, pájaro y ave, cielo y viento. Estas palabras quizás sean después del vocablo “sueño” las más usadas en su obra. Dicho de otro modo, su escritura descansa sobre la inmensidad de la sombra, sobre la constatación del subconsciente aunque no permita que los materiales surreales tomen las riendas de su pensamiento poético. Pedro Lastra ha asumido lo más verdadero del surrealismo, la extrañeza de lo otro en uno mismo, incluso muestra su simpatía por autores plásticos como Duchamp o Magritte, pero en nuestro autor nada debe salirse del pulso de su pensamiento poético, que es una manera de pensar más flexible que la cartesiana, pero quizás aún más exigente que la misma porque nos arroja al trance por el que se entrega el soplo del alma y consigue hacer tangible el aliento en el poema. Freud en su análisis de la novela Gradiba de Wilhelm Jensen se pronuncia súbdito de la poesía y los sueños diurnos, el delirio de los mismos es para el psicólogo un síntoma de la represión de los recuerdos infantiles. Pero también nos aclara que en ese delirio y en esos recuerdos infantiles hay un latido de la verdad, que se mueve por estratos aún más profundos que los del análisis, cuyo vehículo es la poesía y que, también, nos puede encaminar hacia la sanación. El que sufre un sueño diurno y poético es susceptible de sanación, de llegar primero a su verdad. Pero la postulación amorosa de Pedro no es blanda ni sentimental, participa de la reciedumbre de Gabriela Mistral y de la ferocidad de Neruda, Huidobro o Vallejo. Quizás la ferocidad sea un rasgo de la poesía chilena (recuerdo ahora a Gonzalo Rojas y Oscar Hahn), el énfasis desafiante de la masculinidad y sus impulsos. Esto es fácil entender que se contrapone a la tradición del amor gentil del occidente francés. Pero si la poesía trovadoresca se propagó generando una pléyade riquísima que alcanzó también a Galicia y Valencia, aportando los frutos prodigiosos de Martin Codax y de Ausias March, uno de los precursores de pensamiento poético a la manera más actual, como la de nuestro propio autor, este rasgo de fiereza y temeridad, de reciedumbre sin concesiones a lo sentimental ha dado una tradición importante en Iberoamérica.

 

ESPERO CADA DÍA QUE CANTE LA SIRENA

 

Yo no pienso taparme con cera los oídos

apenas cante la sirena

                       bogaré hacia la orilla

sorteando las agua resonantes,

las agitadas olas que dibujan tu rostro

 

Pese a esta fiereza y su pronunciamiento en pos de la experiencia y lo vital Pedro Lastra también debe ser considerado un poeta neoplatónico.

 

CANCIÓN DE AMOR

 

¿No era inmortal tu rostro?

 

MADRIGAL

 

En el sueño inventé para ti una canción:

tus ojos alejaban en ella a la muerte

y tus manos venían

a borrar el celaje de algunas estaciones

sombrías del amor,

un invierno muy frío en el sur.

 

Huyó de mí en el día la canción,

fue hacia ti

que eras la voz amada

de ese coro de sombras.

 

Así que si Pedro es esencialmente un poeta de la metafísica de la escritura, pero cuya materia de reflexión es su propia experiencia como poeta, amante, amigo, estudioso de la literatura y simpatizante con el arte en general que reivindica su tránsito como persona por el mundo de los hombres, habría que añadir que es por ese orden (porque aunque parezca aleatorio es importante su ordenamiento). Podríamos decir que, en primer lugar, es un poeta de la experiencia amorosa, en segundo lugar, de la literaria. Podríamos decir también que la suya es una poesía del amor, del amante y la amada, y que esto se puede corroborar en un grupo mayor de sus poemas. Pero no sólo es un poeta del amor confesado del amante sino también un poeta del Eros trascendido en las formas de la amistad y el diálogo con la obra de los otros que no son, ni más ni menos, sino otras maneras de la vinculación y el amor. Los poemas de ese primer grupo son cortos y cercanos a lo que se viene llamando como poesía del silencio. Son escuetos para que el vacío, lo inefable de la experiencia apasionada, resplandezca. En ello no sólo hay un rechazo a los excesos Nerudianos o creacionistas, sino que sintoniza su escritura con mucho de la mejor poesía contemporánea. Recuerdo que en las palabras previas a sus lecturas en Carabobo insistía en dos pilares sobre el que había levantado su obra y de los que se declaraba un seguidor obediente: el de la poesía y la amistad. Su carácter pudoroso y recatado le impedía decir que del amor y lo amoroso, las vicisitudes aquí o allá con otras mujeres, era otra de las piedras angulares de su obra poética. En la actualidad lleva ya muchos años junto a Irene Mardones y con ella sí es verdad que ha sido explícito. Supongo que la superación de ese pudor lo abrirá hacia una producción más torrencial y abundante. Ha sido un hombre afortunado sentimentalmente, siempre acompañado por mujeres, con hijos suyos o de otros a los que también ama como si fuesen de su sangre, con maestros venerados y alumnos agradecidos, con amigos al más alto nivel de la poesía.

atardecer en Cantalao

En Cantalao, Pedro Lastra con su nieto Matías Elgueta, Irene mardones y Fermín Higuera, fotografiados de espaldas por Pilar, Julio del 2018

Pero es cuando escribe sobre la experiencia literaria cuando le surgen poemas más largos donde el hilo narrativo esconde un esfuerzo versificador, si cabe aún mayor. Noticias del maestro Ricardo Latcham, muerto en La Habana es quizás el ejemplo más fulgurante de esta otra vertiente de nuestro autor. Con la precisión de un notario enumera todos los dones que le transmitió su gran maestro y lo hace compatible con el tono emocional y elegíaco, un equilibrio casi imposible que sólo por obra de una contención, que en vez de renegar de lo pasional se enraíza en la misma, hacen posible el poema y el estremecimiento. Este debería hallarse en cualquier antología competente de nuestro idioma. También podríamos citar al respecto los poemas Eróstrato entre nosotros y Para hablar con los árboles, donde Pedro Lastra también nos muestra que su servidumbre para con lo otro y los otros no se limita a su labor docente y ensayística, sino que desde el impulso del poema y su economía intenta transmitir lo que necesitaría cientos de páginas de una tesis universitaria plagada de laberintos, citas bibliográficas y llamados a notas a pie de página. En este volcarse hacia el arte y la escritura de los otros no solamente se expande su vocación docente sino un valor que rige su vida: la amabilidad con lo otro y los otros, una virtud que es un salvoconducto que le ayuda a vincularse. Sin embargo, aunque no deba ser considerado antagónicamente a esta suerte de alteridad profesa, sino como una manera que lo complementa, en Nostalgia del silencio, una selección de entrevistas dispuestas por Marcelo Pellegrini declara algunos aspectos de su unicidad, su conciencia de pertenecer de manera general a la tradición del idioma y particularmente de la de Chile, donde recibió su formación y trascendió entre los poetas coetáneos, tomó fuerza para recibir o abrirse con poetas de otros países iberoamericanos. Pero volviendo a su obra, en la edición de Poesía completa de la Universidad de Valparaíso aparecen dos nuevas entregas: Transparencias e Inéditos. En Transparencias nuestro autor parece descansar del diálogo abismal en el que capta los movimientos de su alma, discusiones y acuerdos, paradojas y soluciones, un esfuerzo por rentabilizar las permanencias en el espacio del aislamiento. Ahora es más inmediato, menos dialogante con esos tironeos interiores, sencillamente se vuelca como un agua clara sobre las hojas, se vuelve real y cercano. Como los pintores naturalistas se limita a mostrar las cosas y confía que el aire de las mismas transmita su alma, que ahora es el alma ya desligada de los forzamientos del acto, y las dé a la luz. Ya en el primer poema de este nuevo libro Pedro hace un pronunciamiento poético de este otro tipo de surgimiento. Que este poema, como algunos más de este apartado, no lleve título es síntoma de que el texto aspira a no tener la necesidad de dar pistas para su comprensión, su propia desnudez es más directa y efectiva.

 

UNA VEZ MÁS EL VIENTO AGITANDO LOS ÁRBOLES,

no el de otro tiempo

semejante a nosotros: este hacía

su voluntad, tomaba

poco a poco la forma

de aquella soledad que provocaba.

 

En esta sección sigue siendo recurrente el tema de la amistad. En uno de sus poemas se despide del poeta venezolano Eugenio Montejo al que le dedica una elegía que es celebración en la plenitud del encuentro. (Para alguien que no conozca la tradición literaria de donde surge la poesía de Pedro Lastra su lectura es ilustrativa. A mí me ha hecho informarme al menos de poetas y escritores como Omar Cáceres y González Vera, de críticos y ensayistas como Graciela Coulson o Ricardo Latcham, que son notables por sus obras o por el relato de sus vidas o por ambas cuestiones). No sé si la para mí nueva manera de Pedro Lastra que se muestra en Transparencias e Inéditos es fruto de una evolución o de una voz paralela que le ha ido surgiendo mientras escribía los poemas ya publicados. Tenemos el caso de Pessoa y, en nuestro ámbito de Machado o Lope de Vega, que nos ejemplifican cómo diferentes tonos, incluso diferentes voces, pueden convivir y coexistir en el mismo poeta. De cualquier modo la publicación de estos dos últimos grupos expresan el descanso existencial de alguien que hace de la autoexigencia el merecimiento a la vida y su tarjeta de identidad. Aunque Pedro Lastra siempre se ha pronunciado a favor de lo vital, de la experiencia como punto de partida de su pensamiento poético, también es verdad, que ha tamizado a la misma, la ha discriminado y acotado con su dialéctica interna. Es ahora, con estos últimos poemas, cuando por fin puede entregarnos un texto que denuncia a Pinochet. Era más fácil ponerse al lado de Víctor Jara. Censurar o reprochar es un acto complicado y terrible para el alma y Pedro defiende al alma por encima de todas las cosas. Ha tenido que reprobarlo oblicuamente, en principio, como el que se enfrente al horror que suscita la medusa, indirectamente, apoyándose con el escudo y espejo de la ética y los paralelismos históricos para, cuando ya le ha cortado la cabeza, mirarla de frente.

 

EROSTRATO ENTRE NOSOTROS

 

***

 

En mi país, el Palacio de Gobierno,

llamado La Moneda,

no era como el templo de Artemisa,

sino modesta réplica

de otros y lejanos edificios magníficos,

pero era el Palacio de Gobierno,

y también fue incendiado

por orden de un Eróstrato

ay!, cercano a nuestras vidas,

y a quien sus enconados enemigos y víctimas

recuerdan y execran

y tienen cada día en su memoria,

haciendo de su nombre

el Santo y Seña de su permanencia

en una aborrecida

casi inmortalidad.

 

(Septiembre 2015)

 

He transcrito tan sólo la segunda parte de poema a la que le antecede una parte mucho mayor en la que Pedro nos cuenta la historia de Eróstrato. Junto a la elegía a Ricardo Latcham debe ser considerado uno de sus poemas más largos. En él consigue una denuncia que no es panfletaria, pronunciarse políticamente y sin situarse en la cortedad cerril de los partidismos. Pone el énfasis en los elementos de la barbarie que hay en el ser humano: “ay!, cercano a nuestras vidas” ¿Qué es lo que hay de cada uno de nosotros en ese desaforado animal? Pero Pedro no termina su libro con este poema terrible sino con Para hablar con los árboles, su opuesto y al mismo tiempo complementario, un canto al encuentro de su nuevo amigo el pintor ecuatoriano Servio Zapata. Comienza el poema hablando de los árboles y el bosque, atributos de Artemisa. Ambos son signos y espacios y que le pertenecen a la diosa virgen y en torno a los cuales construye el pintor su obra con veneración. No nos pasa desapercibido que esto se contrapone con el poema anterior, Eróstrato entre nosotros, en donde nos relata la profanación y destrucción del templo de la diosa cazadora. Artemisa es la diosa de la aventura interior, todo artista se pone bajo su jurisdicción cuando se entrega a trabajar en su obra, se encomienda a ella todo el que se sumerge en una aventura interior. Nos aísla y nos vuelve virginales y hembras, receptivos y paridores.

Hasta aquí hemos llegado en el recorrido y análisis de la obra poética de Pedro Lastra. No sabemos si a partir de ahora el elemento de la transparencia definirá sus poemas futuros o si alternará de uno a otro registro de su voz. De cualquiera de las maneras tenemos ante nosotros una obra en la que no hay sílaba, palabra, verso, estrofa o poema donde se rompa con el tono o la precipitación descuadre el pulso. El rigor y, por qué no decirlo la perfección, de su escritura nos ha entregado una obra unitaria que es inmensa en su profundidad. Resulta verosímil que al tocar este libro único toquemos también a Pedro.

 

Madrid, 21 de Julio del 2018

 

Las Transmisiones de Rafael-José Díaz

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LAS TRANSMISIONES de Rafael-José Díaz (Madrid, 2014, Editorial Polibea, colección La espada en el ágata)

Del mismo modo que la cualidad humana que se revela en el trato con Rafael-José Díaz
es la cordialidad, las gradaciones delicadas de los tonos es lo que se muestra en su escritura. Al leerlo se genera la aparición de un muchacho que sopla a las hojas, haciendo dación de su alma con suave empuje. Transmisión de vida más allá de lo viviente en el cuerpo metafísico, anhelante del contacto con la mirada del lector incierto. Pero este don de nuestro autor, que sabe vivificar las hojas mediante la entrega de su aliento, exige unos trabajos, una discriminación, un compendio de negaciones, pues el rapto al que se somete el que escribe cuando está inmerso en la escritura, mentalmente o sobre el papel, lo obliga a cerrarse a otras vivencias. Si para el artífice el canto es la línea limpia y ascendente de la alondra, para el amante insatisfecho y hastiado “La escritura es, por tanto, el gran desagüe de las rememoraciones desgastadas, de los sueños empobrecidos y de los instantes despojados de cualquier realidad”, estableciendo unas dicotomía entre las experiencias de la escritura y las amatorias. Esa revisión descendente del mito de Orfeo denota, en nuestro autor, una gestión similar al alarido entre el dios que a su través insufla vida en los textos y el hombre normal que se ve obligado a mirar a través de la ventana o a salir por la puerta hacia los otros, una antagonismo entre el canto y la realidad, que es desolación del amante fracasado porque no encuentra en la experiencia amorosa un recurso, un refugio hacia donde acudir como en la escritura, pero que, además, es motivo de un ensanchamiento de los límites del canto, porque el sujeto se ve obligado a asomarse a través de la ventana o a salir por la puerta hacia los otros. “Miro hacia la ventana de enfrente. En ella se ven, como sombras fugaces que huyen de la luz, los cuerpos de quienes se deslizan junto a nuestros cuerpos en la promiscuidad de la piscina”. He aquí el antiguo dilema entre si la escritura es caverna y refugio o confluencia.

La singularidad, virtud tan unida a la isla, también es propia de los pájaros que cantan. Por muy advertidos que se hallen de los peligros del investimiento del canto, por muy adiestrados que se hallen en contabilidades filológicas, fortalecidos en credos estéticos restringidores, la pasión de la entonación los posee haciéndolos sentirse únicos, o lo que es lo mismo, apartados. “Quien ha estado en un lugar posee la arrogancia de una certeza: la certeza de haber estado en un lugar; quien ha estado en un lugar apartado posee, además, la arrogancia de una singularidad: la singularidad de haber estado en un lugar apartado.” Esta pasaje cifra una de las facetas del drama de nuestro autor, que aquí culpa a su don y, su posterior reconocimiento, de caer en arrogancia, causa de una posible falta de plenitud en las confluencias y los encuentros. Este fragmento debe ser tomado como un faro que nos guía en el pensamiento poético de Rafael. Después de esta intervención cuestionadora en el canto, o en el ungimiento del que se piensa acreedor el escribiente, ya sólo es posible volcarse en la realidad, mediar entre las herramientas del oficio y las paradojas de lo real que articula cada instante. Pero todo este tumulto, esta discusión sin cuartel en uno mismo, también es retórica poética, indudablemente estremecedora y verdadera en su dolor y angustia, pero fruto de una mala comunicación entre ambas cuestiones, la pulsión del canto y su autoridad aisladora y la apuesta emocional que nos obliga a la fruición y plenitud del instante. La memoria entonces, cuando corrobora este dilema no resuelto, lo que es lo mismo que certificar una muerte, se vuelve oficio de tinieblas. Tahodio es otro réquiem, diferente a la despedida del amigo desde la azotea que da a los grandes árboles del parque de su ciudad. Esta vez es una misa de difuntos panteísta, en la que el autor empatiza con la naturaleza radical del barranco. En sus fugas vertiginosas sintoniza con la depresión sin regreso de otro amigo muerto. Desde este enmarcamiento se permite, incluso, conectar con el inframundo. Aquí se abre a fenómenos de sincronía, se da licencia para con el ocultismo, superando los escrúpulos de una formación racionalista e enciclopédica.

El camino que hacen los pasos al andar enhebra cada uno de las prosas de este libro. Los pasos que no son exclusivos de los pies, porque también lo son del pulso escritural y, a pesar del camino y los pies que se metamorfosean, del propio sujeto y sus anhelos, surgen las transmisiones, floraciones inesperadas, amarilis de melancolía y broma, de juego y verdad. Si hay una transmisión en el substrato de este libro, es el de una canción deseante de amor. A mí me parece oír en él, de fondo y constantemente, la canción titulada “Amarilis” y compuesta por Giulio Caccine (1610) cuando lo leo. Aquí quiero celebrar la intuición poética de Juan José martín Ramos, el editor, que diseño en la portada un jardín de heliconias y esterlicias, en un segundo plano, y una canarina, que yo creo más un amarilis, en primero, haciendo referencia al canto del enamorado, que nos retrotrae a la música más oculta del libro.  El recorrido del paseo junto al mar, en “Arinaga”, es una melodía del pensamiento, donde las digresiones, el humor, la ironía y, por qué no decirlo, el lirismo, convergen en el camino, hacia un final limpio, una cadencia que cierra el pulso reflexivo y satisface a la propia escritura. En “El Pris” podemos leer este fragmento: “Me senté y dejé que, por un rato, mis cabellos ondearan en el viento (¿ por qué tenemos que estar espantados siempre a la cursilería, por qué no hacer o decir a veces la primera cursilería que se nos pase por la mente, a ver, por qué, caros amigos?)”. Y aquí cuestiona la reacción contra la sentimentalidad, revisa el rechazo de la cursilería y las saturaciones emocionales, precepto labrado a fuego en las últimas generaciones, con el que se pretende superar los excesos del Romanticismo, cuando en realidad tan sólo cumple una de sus aspiraciones, mediante la discriminación y posterior serialización de los elementos de un libro, de que cada obra encuentre su propia autonomía y organicidad. Los tonos del relato se irán oscureciendo hacia el final del libro, hasta adquirir una oscuridad insoportable. “Lausana” es un ejemplo de relato negro, puro en su expresionismo descendente y siniestro. Punta hidalgo una revisión demoledora de la misericordia, entendida como padecimiento del fracaso y las miserias de las pústulas. En “Lo que no puede decirse”, los quejidos de un viejo, posiblemente víctima de asma o enfisema pulmonar, atraen al andariego, al yo categórico del texto, de igual modo que una sirena ambigua pide ayuda. El caminante ha de descubrir que tan sólo son los quejidos  de un anciano que respira malamente y que su curiosidad viola la intimidad de su caverna con tan sólo mirarlo. Aquí no tiene sentido la alarma ni la solidaridad. El esfumato de sus maneras, la calidad soplada del tono de nuestro autor se vuelve transparente y proclive al feísmo, una dureza demoledora va constriñendo al lector e la intemperie de los cuartos miserables, de las montañas heridas que anhelan huir por el mar (“La montaña de Fasnia”), del pueblo pesquero bendecido por la paradoja de la misericordia que lo corrompe y señala su fracaso, o la boca del barranco que amenaza con tragarse a la urbe ( “Frases de la ciudad arrinconada”), la polis que es la escritura, urbanismo de calles y manzanas, de párrafos y frases. La carta final, la coda del libro, no es trascendental, como la de Rilke al joven poeta, sino real, sujeta a la fruición del instante y aporta un rayo de luz, una vivencia de la sombra ascendente. En este sentido, nuestro autor, al menos en este texto es más proustiano que rilkiano y prefiere escribir saboreando un níspero y departiéndolo, a hacerlo arrodillado, mirando con humillada súplica las grandes preguntas de la humanidad.

La madurez de una prosa ejemplar en la que el autor logra expresar las facetaciones de su personalidad. La valentía del que se desnuda y se muestra, enseñándonos su pensamiento poético pero también sus miserias vitales. El deseo de asumir la totalidad de las experiencias, de reivindicarlas y dignificarlas, honrarlas como materia desde donde surgen la reflexión que ayude en las transmisiones, esas detonaciones salvajes que a pesar nuestros se nos escapan, delatando una aparición que es más preciosa que los tesoros. El fingimiento que juega con las máscaras y nos entrega verdad. Todas ellas son razones que me han hecho feliz leyendo y presentando este libro. Así que os lo recomiendo. Soy un admirador del mismo. Pero os advierto: la prosa que avanza suave y fluida, que nos acaricia como un soplo, esconde oscuridades terribles, círculos infernales. Dulzor y amargura, fluidez donde se agazapan acantilados. Vacío y plenitud son condiciones de la vida y Las transmisiones es una obra que logra conciliarlos.

 

(I)TRES POEMAS DEL LIBRO RELIGARE DE FERMÍN HIGUERA PARA EL HOMENAJE A MARK PENKA THREE POEMS FOR THE TRIBUTE TO MARC PENKA FROM RELIGARE, BY FERMÍN HIGUERA

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Puerta de Medina_Azahara

TRES POEMAS DEL LIBRO RELIGARE DE FERMÍN HIGUERA PARA EL HOMENAJE A MARK PENKA

THREE POEMS FOR THE TRIBUTE TO MARC PENKA FROM RELIGARE, BY FERMÍN HIGUERA

Terry Berne eligió estos tres poemas de El arte de tocar el piano, primer libro del poemario titulado Religare (Ediciones Polibea, Madrid 2011), para homenajear a Mark Penka, su amigo personal y uno de los poetas más destacados de la segunda mitad del S.XX de la poesía norteamericana. Terry cargó con un trabajo desmesurado que consistió en la organización total del acto y la traducción de los poemas de Eugenio castro, Antonio Santamaría Solís, míos y de Marc Penka al español (si no recuerdo mal, con la ayuda de Antonio Santamaría), además de la publicación de los poemas leídos en el homenaje, ilustrados con dibujos de Marion Thieme. Fue un acto maravilloso, lleno de emoción. La madre de Marc con su pareja viajó desde USA hasta Madrid para leer en inglés los poemas de su hijo que luego Terry leyó en versión española. En en el centro de la mesa puso la pipa de Cheyenne de la paz. Signo resplandeciente del ausente, que al final obsequió a Terry. La publicación que fue regalada a cada uno de los asistente luego llegó a la gran poeta Olvido García Valdés y ella, después, contactó con Marion para pedirle su colaboración en un libro titulado aunque la pena no.

Este poema es el octavo de El arte de tocar el piano  (nº 20 de La Colección los Conjurados, Editorial Polibea). Después de abordar desde un método poético algunos aspectos eminentemente físicos de la técnica pianística (los dedos, la muñeca, el antebrazo y el brazo, el sistema braquial, la correcta forma de sentarse del cuerpo comprometido en el taburete, el buen balance entre los pies, las piernas, la pelvis, la columna y la cabeza) confronta cuestiones puramente metafísicas, de la comunicación y la trascendencia, fines últimos de ese jugar con el piano.

En 1.989, en un viaje a Córdova, Federico Castro Morales, al pasar junto a Medina_Azahara, me contó que uno de los lujos de esa ciudad palatina consistía en albercas de mercurio que reflejaban la luz de las velas durante las noches. Este relato de Federico quedó dormido en mi memoria como una fuente pendiente de su despertar. En 2008 en un viaje a Colombia, mientras trabajaba en los poemas de El arte de tocar el piano, me asaltó su recuerdo. Así alcanzó a ser una de las imágenes que vertebrarían este poema que, al fin y al cabo y en pura coherencia, es también un arabesco, una melodía que se enrolla y desenrolla para cantarse y explicarse así misma. Mercurio, azogue pesado y comunicación alada de los pies en el reflejo de la levedad de las llamas. Hermes debe favorecer la unión entre el cielo y los infiernos, una arquitectura que debe facilitar el paso de esos reflejos del mercurio del patio público a los recintos privados de los amantes. Analogía entre la arquitectura y el arte de la composición musical.

V I I I

Mercurio es la guarida de la levedad
y sin embargo nada respira en su pesadez móvil
sólo escapan de sus mazmorras
el reflejo del roce delicado
en las llamas de las propagaciones
la luz que no aprisiona

Los bandos de las alas
anidan en los pies
y sobre los estanques líquidos
podemos caminar sin temer hundirnos
a salvo de las sombras
que asciendan de las simas

La narración más bella de los susurros
y el amor de los cielos sobre la tierra
tan sólo puede ser iluminado
por el humilde pulso de las velas
ellas obligan a estrechar
la alcoba de los mirlos ensimismados
y el expansivo galope de los arpegios
a confluir las ráfagas antagónicas
de la propagación y la intimidad

La lumbre del pábilo
ha de encender la alberca
para que el dios de los mensajes
en vez de condenarnos en el pantano
inspire singladuras
de lunas y reflejos sobre el azogue
ha de librar el ciervo de luz
que atraviese los muros
y entone el resplandor
en el arrullo

V I I I

Mercury is the domain of lightness
Yet nothing breathes in its mobile weightiness
they only escape from his dungeon
the reflection of the delicate touch
in the glow of the expansion
of light that doesn’t imprison

The band of wings
nest in our feet
and upon the liquid ponds
we can walk without fear of sinking
safe from the shadows
that rise from the abyss

The most beautiful narration in murmurings
and love in the heavens above earth
can only be illuminated
by the humble pulse of the sails
that compel the chamber of the rapt blackbirds
and the arpeggios’ expansive gallop to draw together
the antagonistic gusts
of expansion and intimacy to converge

The wick’s flame
must light the pool
so that the god of messages
instead of condemning us to the marsh
can inspire journeys
of moons and reflections on the mercury’s surface
must free stag of light
who pierces the walls
and intones the splendor
within the moaning

Versión al inglés por TERRY BERNE

IN PUNTA DELGADA AUF SÃO MIGUEL AZOREN (3)

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playa de Ribera Quente en Sam Miguel de Azores

Playa de Benijo. Tenerife

Esta es la última entrega que transcribo en mi blog de la generosa traducción de Juana y Tobías Burghardt publicada en Edition Delta bajo el título de Ich möchte ans Meer gehen.

Sentí en San Miguel de Azores el verano del mar, la época en que las praderas de algas, ya maduras, se desprenden de los lechos y son arrojadas a las orillas. Tenerife y San Miguel son islas diferentes pero comparten una misma corriente marina con fondos similares, las algas y los tipos de peces son iguales. Estas islas son afloraciones distintas de un mismo continente submarino, igualadas por la influencia moderada de La corriente del Golfo de Méjico. Así, el símbolo por excelencia de la identidad y el aislamiento, la isla, es relativizado por un mismo substrato submarino. Son islas distintas pero pertenecen a un mismo útero, a un mismo continente sumergido, son islas hermanas y están hechas para amarse la una a la otra.

V

Cúmulos de algas se pudren en las orillas
de cangrejos rojos y lapas
de rejos de pulpos y fulas añiles
raptando con su olor a mi memoria

la playa en la bahía
suscita en mí
intemperie y recogimiento confrontados
abrazo que me recoge y artesa que me expele

la mar transfigura sus úteros
en pétalos de firmeza sobre las aguas
en caminos sobre los que los pasos
quizá se decidan a pisar

V

Algenhaufen faulen am Ufer
der roten Krebse und Napfschnecken
der Tintenfischstachel und falschen Indigopflanzen
die mit ihrem Geruch meine Erinnerungen entführen

der Strand der Bucht
weckt in mir
gegenübergestellte Witterung und Sammlung
Umarmung die mich aufnimmt und Backtrog der mich ausstößt

die See verwandelt seine Gebärmütter
in Blütenblätter der Beharrlichkeit über dem Wasser
auf den Wegen über welche die Schritte
vielleicht zu laufen beschließen

Aus dem Spanischen von Juana & Tobias Burghardt

IN PUNTA DELGADA AUF SÃO MIGUEL AZOREN (2)

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La emoción que me despertaba Portugal era la de vivir en el presente aspectos de mi niñez en Tenerife. En mi ciudad el adoquinado y los bordes de las aceras eran de basalto. Recuerdo pisar con mis pies de niño sobre ese firme de dureza y negrura espectacular, el traqueteo cuando íbamos en el autobús o el coche. Retiraron el adoquinado y pusieron sucesivamente dos tipos de alquitrán, uno blando y otro duro. Dicen que los adoquines han acabo en ciudades de Holanda.

II

Al fin he vuelto a pisar calles
adoquinadas de basalto
a sentir su dureza y negrura prieta
bajo las plantas de mis pies
piedras irregulares de un firme
con el que dialogaban mis pisadas
ya desaparecidas de la ciudad de mi isla
y que ahora recupero para mis huellas
en San Miguel de Azores

¿Quién ha guardado para mí este reencuentro
que parece argumentar a la propia sangre?

II

Endlich laufe ich wieder auf Straßen
aus Basaltpflaster
und spüre seine Härte und dichte Schwärze
unter meinen Fußsohlen
unregelmäßige Steine einer Festigkeit
mit der sich meine Schritte unterhielten
längst verschwunden aus der Stadt meiner Insel
und die ich jetzt für meine Spuren
auf São Miguel Azoren zurückgewinne

Wer hat für mich dieses Wiedertreffen verwahrt
welches das eigene Blut zu begründen scheint?

Versión al alemán de Juana y Tobías Burghardt

Edition Delta

IN PUNTA DELGADA AUF SÃO MIGUEL AZOREN (1)

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Portada de Ich möchte ans Meer gehenEsta es la portada de Ich möchte ans Meer gehen, pintada por Juana Burghardht.

Estos poemas agrupados bajo el título En Punta Delgada de San Miguel de Azores, forma parte de El templo derramado, el quinto libro de Roto está el cordón de plata (Tenerife 2007, Ediciones Idea), monumento funerario a Asunción Álvarez Bethencourt ( que así se llamaba mi madre), salida y superación del dolor guiada por el encuentro con lo otro y los otros, una afirmación de la alteridad y la vida. Esta sección puede ser entendido como un libro de viajes y, de igual modo que las cuatro secciones restantes, lo considero un libro no cerrado, pendiente de las futuras aportaciones que el destino me regale. De hecho tengo pendiente agregarle unos poemas surgidos en mi reciente viaje a Tasmania.

Uno de los temas recurrentes de mi poesía es mi amor a los árboles, símbolo fundamental de crecimiento interior. En mi isla, Tenerife, pese a no tener mucho más de 2.200 km cuadrados, se albergan alguno de los árboles más notables del planeta. En la ciudad en donde nací, Santa Cruz de Tenerife, hay fantásticas avenidas de laureles de indias, flamboyanes, tuliperos del gabón y jacarandás. En este poema narro mi encuentro con los metrosideros, árbol estrangulador de Australia y de bellísima floración carmesí. Este hallazgo se lo cuento a Ruyman Afonso Higuera, uno de mis sobrinos, con quien me vinculo en este tema de lo árboles.

Isla, cuidad, árboles, identidad, alteridad, madre muerta, hijo sobreviviente, estela futura del sobrino, son los niveles de la analogía múltiple de este poema.

Fermín Higuera

EN PUNTA DELGADA DE SAN MIGUEL DE AZORES

I

que sepas
que la primera persona
que me vino a la cabeza
con quién compartir
la maravilla de descubrir esta isla
fuiste tú
sobrino mío
después pensé en tu abuela
en mi madre
pero comprendí que la vida
es para los vivos
y mi corazón te prefirió

en todo esto ha influido
que he descubierto árboles magníficos de flores rojas
de los que no conozco su nombre
y que vienen a ocupar en Punta Delgada
el protagonismo que tienen en nuestra ciudad
los laureles de india
y que me di cuenta
que nadie mejor que tú
me podía ayudar a conocerlos
y que con nadie mejor que contigo
podía compartir este descubrimiento

por cierto ya he averiguado cual es su nombre
se llaman metrosideros
y son de Australia

I

du sollst wissen
daß der erste Mensch
der mir in den Sinn kam
um das Wunder
dieser Insel zu entdecken
du warst
mein Neffe
danach dachte ich an deine Großmutter
an meine Mutter
doch ich verstand das Leben
ist für die Lebenden
und mein Herz zog dich vor

das alles stand unter dem Einfluß
daß ich prächtige Bäume mit roten Blüten entdeckt habe
deren Namen ich nicht kenne
und die in Punta Delgada
dieselbe Rolle ausüben wie in unserer Stadt
die indischen Lorbeerfeigenbäume
und ich bemerkte
daß niemand außer dir
mir besser helfen konnte sie zu verstehen
und ich mit niemandem außer dir
diese Entdeckung teilen konnte

im Übrigen habe ich schon ihren Namen herausgefunden
sie heißen Eisenhölzer
und stammen aus Australien

Poemas de Ich möchte ans Meer gehen (Yo quiero ir al mar).

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Barrio pescador de San Miguel de Azores

Antología de Fermín Higuera al alemán, publicada por Ediciones Delta

EN PUNTA DELGADA DE SAN MIGUEL DE AZORES

Y los perros abandonados
que son muy perros entre los perros
y Dios nos coja confesados
de ser un gato en medio de ellos
cuando los contemplamos
echados sobre las aceras
al margen de humanos conflictos
uno aquí y otro allá
van completando como esfinges la vigilancia
del éxtasis de la ciudad en la tarde
saben que está en nuestra mano
hacer lo que queramos de sus vidas
sacrificarlos en los mataderos
o condenarlos a la prisión de las perreras
pero saben también
que nos pueden morder
y que esa mordida
marca un límite de las sombras
más precioso aún que los pasos de las máscaras
porque nos da un signo
de fuerza anterior a las palabras

IN PUNTA DELGADA AUF SÃO MIGUEL AZOREN

Und die ausgesetzten Hunde
die hundsgemein unter den Hunden sind
und Gott soll uns mit der Beichte erwischen
eine Katze unter ihnen zu sein
wenn wir sie beobachten
wie sie auf der Straße liegen
abseits der menschlichen Konflikte
einer hier und der andere dort
vervollständigen sie wie Sphinxe die Bewachung
der Ekstase in der Stadt am Nachmittag
sie wissen daß es in unserer Hand liegt
aus ihrem Leben zu machen was wir wollen
sie in den Schlachthöfen zu opfern
oder in Hundezwinger zu verdonnern
aber sie wissen auch
daß sie uns beißen können
und dieser Biß
eine Schattengrenze zieht
die wertvoller ist als die Schritte der Masken
weil es uns ein Zeichen
der Kraft gibt das den Wörtern vorangeht

Versión al alemán por Juana & Tobias Burghardt

DIARIO DE TASMANIA

DIARIO DE TASMANIA

Brockley state

La baranda de Brokley state

(Introito)

La idea de recibir la herencia de mi madre me animó a emprender el viaje más largo de mi vida. Veintiuna horas de vuelo y ocho horas de espera en las escalas entre los distintos trayectos, desde Madrid, me depositaron en Howard. Pero la realidad que he hallado en Tasmania excede el ámbito de la memoria , incluso de la oración. Aquí nada está sujeto a un recuerdo, todo es nuevo y libre: las plantas, los animales, los trasuntos humanos, la deriva de la tierra. Las plegarias no hacen referencia al pasado que hemos de depurar, porque aquí nada guarda etimologías con los otros continentes, nadie está obligado a las fuentes de las cadenas, al círculo que nos anuda a las repeticiones perniciosas.

En el Sur no se da la oposición entre la luz y el sonido, lo divino y lo humano, ambos van cogidos de las manos, en justa correspondencia. Aquí, a más luz humana más inspiración divina y, por el contrario, a más oscuridad en los lazos con los otros, menor contacto con la lluvia de las constelaciones. Ni el camino positivo, ni la ausencia de la luz se alinean para oponerse. Lo irracional alcanza su cúspide cuando al mismo tiempo la distancia entre el sol y la tierra están más estrechamente cercanos, la apertura hacia el cosmos se halla en su momento más cerrado y sin embargo, por eso ojo de la cerradura de la puerta entornada es por donde entran con más abundancia los ríos del más allá.

(La herencia de mi madre y mis sobrinos)

A partir de los veinte años mis sobrinos comienzan a acercarse a mí. Un acercamiento creciente que, a la muerte de mi madre, se intensifica. Si antes se dirigían a ella para encontrar refugio y consuelo, a su muerte, se vuelven hacia mí. Encuentran un hogar incondicional en mi actitud oyente, hallan serenidad y receptividad. Pero yo recibo de ellos mucho más, recibo dignidad y justicia emocional, solidaridad y reivindicación de unos valores sojuzgados por el discurso sofocador de las histerias. Paras mí son el regalo maravilloso de la vida que se abre paso a través de los caminos de la sangre, esos que me parecían inapropiados para la certeza del contacto entre las almas. Así recibo en herencia el usufructo del entendimiento de mi madre con sus nietos. Sus bienes materiales quedaron encadenados a mi padre, pero su fortuna emocional, riquezas inasibles, no sujetas a notarios, han pasado a mí por el sólo hecho del reconocimiento, porque ellas poseen una magia más delicada, limpia y veloz, que las lecturas y las aceptaciones de los testamentos.

(Chaxi)

 

La más determinada hacia sus propias emociones de mis sobrinos es Chaxi. Su carácter alimenta al mismo tiempo su ambición hacia la vida y su rectitud emotiva. Ni sus pujanzas, ni lazos emocionales entran en contradicción o detrimento de los unos en lo otros. Yo descubrí su valor en los últimos meses de la vida de mi madre, cuando estaba hospitalizada en una unidad de paliativos. Chaxi no dejó ni un solo día de irle a dar la cena a mi madre. Ahora se cumple entre nosotros el sueño de un acercamiento.
En mí, mi ambición por la vida, la afirmación de mi cuerpo y mi logos, mi narcisismo, fueron desatendidos, primeramente, y, después, reprimidos y castrados sistemáticamente por mi madre. No le guardo rencor por ello, porque entiendo que me protegía de las líneas de la memoria de los hábitos licenciosos de mi padre. Pero todo ello me ha creado una oposición parecida a la del Sol y la Navidad en el hemisferio norte, donde la altura de El Sol es también su lejanía con La Tierra, su ausencia distanciada y fría también su conexión con Dios, cenit de la oscuridad y, sin embargo, unión con la divinidad. Los del norte celebramos el nacimiento de Dios entre los hombres cuando la escarcha y la nieve nos obliga a recogernos, sin embargo, en las antípodas la navidad es verano, época de más horas de sol del año y, también, tiempo de la separación máxima entre La Tierra y El Sol, de la mayor apertura entre ambos, rendija, orificio abierto por donde puede entrar una luz más profunda que la del día. Así es mi sobrina Chaxi, un carácter de una pieza. La metáfora que la parece abarcar es la de la navidad en las antípodas del hemisferio sur. Tasmania es su lugar, pero todos los lugares son su lugar porque ella camina como una pastora a la que le siguen los rebaños.